Durante la Segunda Guerra Mundial, el líder de la Unión Soviética fue Joseph Stalin, quien nació el 18 de diciembre de 1878 en Gori, Georgia. Stalin ascendió al poder tras la muerte de Vladimir Lenin en 1924, convirtiéndose en el Secretario General del Partido Comunista y, de facto, en el dictador del estado soviético. Su estilo de liderazgo se caracterizó por un control autoritario, una rápida industrialización y una serie de Planes Quinquenales destinados a transformar la economía y la sociedad soviéticas.
El papel de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial fue crucial, ya que dirigió a la Unión Soviética a través de uno de los períodos más desafiantes de su historia. La Unión Soviética firmó inicialmente un pacto de no agresión con la Alemania nazi en 1939, conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop, que permitió a ambas naciones invadir Polonia sin enfrentarse militarmente. Sin embargo, este acuerdo tuvo una breve duración, ya que Hitler rompió el pacto al lanzar la Operación Barbarroja en junio de 1941, invadiendo la Unión Soviética.
En respuesta a la invasión, Stalin implementó una estrategia defensiva mientras movilizaba los vastos recursos soviéticos. Hizo un llamado a una "Gran Guerra Patriótica" para unir a la nación ante el avance alemán. La Batalla de Stalingrado, que tuvo lugar desde agosto de 1942 hasta febrero de 1943, marcó un punto de inflexión en la guerra. La victoria soviética fue significativa, resultando en la derrota del ejército alemán y demostrando la capacidad de Stalin para liderar a la nación en la adversidad.
La Unión Soviética finalmente desempeñó un papel fundamental en la derrota de la Alemania nazi, contribuyendo a la liberación de Europa del Este y a la captura eventual de Berlín en mayo de 1945. Stalin emergió de la guerra como una figura prominente en la escena mundial, representando a la Unión Soviética en conferencias posguerra, incluida la Conferencia de Yalta, donde los líderes aliados discutieron la reorganización de Europa. Su liderazgo, sin embargo, también estuvo marcado por represiones brutales y purgas en los años anteriores y durante la guerra, y mantuvo un fuerte control sobre la población soviética a través del miedo y la propaganda.
La influencia de Stalin continuaría moldeando la Unión Soviética y la política global mucho después de la guerra, llevando a la Guerra Fría y a la división de Europa en bloques oriental y occidental. Su legado sigue siendo mixto; visto por algunos como un héroe por su papel en la derrota del fascismo, mientras que otros lo condenan por las atrocidades cometidas durante su régimen.