La capital de Turkmenistán es Ashgabat, una ciudad rica en historia y cultura, situada al norte de la cordillera de Kopet Dag. Ashgabat, cuyo nombre significa "la ciudad del amor" en persa, se convirtió en capital en 1991, tras la independencia del país de la Unión Soviética. Antes de eso, la ciudad era conocida como Poltoratsk, y ha experimentado una importante transformación desde su designación como capital.
Ashgabat es conocida por su estilo arquitectónico único, que exhibe una mezcla de motivos tradicionales turcomanos y diseños modernos. La ciudad cuenta con numerosos edificios de mármol blanco, lo que le ha valido el título de "Ciudad Blanca". De hecho, según el Guinness World Records, Ashgabat ostenta el récord de mayor concentración de edificios de mármol blanco del mundo. Esta tendencia arquitectónica comenzó a finales de la década de 1990, cuando el Gobierno inició varios grandes proyectos de construcción para conmemorar la independencia de la nación y mostrar su cultura.
Una de las estructuras emblemáticas de Ashgabat es la Torre de Turkmenistán, que es la torre de observación más alta del país y ofrece vistas panorámicas de la ciudad. Otro hito significativo es el Monumento a la Neutralidad, una estatua dorada del primer presidente, Saparmurat Niyazov, que gira de cara al sol a lo largo del día. La ciudad también cuenta con el grandioso Monumento a la Independencia y el Monumento a la Constitución de Turkmenistán, que simbolizan el orgullo nacional y la soberanía del país.
Además de su impresionante arquitectura, Ashgabat posee un rico panorama cultural. La ciudad alberga numerosos museos, entre ellos el Museo Nacional de Turkmenistán, que alberga una variada colección de artefactos que ponen de relieve la historia, el arte y la cultura turcomanos. El Circo Estatal de Turkmenistán y el Teatro Estatal de Ópera y Ballet ofrecen entretenimiento y exhiben los talentos locales.
Ashgabat no es sólo un centro político o administrativo, sino también un importante centro cultural. La ciudad es el centro de las fiestas nacionales y los festivales tradicionales, que se celebran con desfiles, actuaciones y exposiciones que reflejan el patrimonio turcomano. El régimen de Niyazov promovió intensamente la identidad turcomana a través de estas celebraciones, dejando un impacto duradero en la cultura.
En cuanto al transporte, Ashgabat está bien comunicada por carretera, ferrocarril y aeropuerto internacional, lo que facilita los desplazamientos de residentes y turistas. El trazado de la ciudad está diseñado con amplios bulevares y abundantes espacios verdes, lo que la convierte en un lugar agradable para explorar.
En conjunto, Ashgabat destaca no sólo como capital de Turkmenistán, sino también como ciudad que encierra el espíritu de la nación a través de su arquitectura, cultura e historia. Los visitantes de Ashgabat suelen quedar impresionados por la escala y la belleza de la ciudad, reflejo de la ambición de sus dirigentes por crear una capital que honre su patrimonio al tiempo que mira hacia el futuro.