Las raíces de una planta juegan un papel crucial en su capacidad para absorber agua y nutrientes esenciales del suelo. Por lo general, se encuentran bajo tierra y sirven como ancla para la planta, estabilizándola contra el viento y la erosión. Sin embargo, su función principal va más allá de simplemente anclar; son vitales para la hidratación y la absorción de nutrientes. La estructura de las raíces está especialmente adaptada para maximizar la superficie para la absorción de agua. Las raíces consisten en numerosos pelos radiculares diminutos que aumentan significativamente la superficie, permitiendo que la planta absorba eficientemente agua del suelo circundante.
Las raíces operan a través de un proceso conocido como ósmosis, donde el agua viaja desde áreas de alta concentración en el suelo a áreas de menor concentración dentro de las raíces. Este proceso suele ser facilitado por la presencia de minerales y nutrientes disueltos en el suelo que también son absorbidos por las raíces. Además de la ósmosis, las raíces también pueden transportar activamente algunos nutrientes y minerales incluso en contra del gradiente de concentración, utilizando energía proporcionada por ATP (trifosfato de adenosina).
Las raíces no solo son importantes para la absorción de agua, sino que también desempeñan un papel clave en la nutrición de las plantas y la salud del suelo. Un sistema de raíces bien desarrollado puede mejorar la estructura del suelo al ayudar a evitar la compactación, y las raíces también pueden liberar compuestos orgánicos que fomentan la actividad microbiana beneficiosa en el suelo. Además, algunas raíces de plantas forman relaciones simbióticas con hongos (micorrizas), que mejoran las capacidades de absorción de agua y nutrientes, lo que hace que la planta sea aún más eficiente en el uso de los recursos disponibles.
Los sistemas radiculares pueden variar ampliamente entre diferentes especies de plantas, que van desde raíces fibrosas en hierbas hasta raíces pivotantes típicas de muchos dicotiledóneas (como las zanahorias y los dientes de león). Algunas plantas han adaptado sus raíces para sobrevivir en condiciones extremas, como las plantas del desierto que desarrollan raíces profundas para alcanzar fuentes de agua, mientras que otras tienen raíces poco profundas que recogen eficazmente el agua superficial durante la lluvia.